El Síndico by Cyril M. Kornbluth

El Síndico by Cyril M. Kornbluth

autor:Cyril M. Kornbluth [Kornbluth, Cyril M.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1953-08-15T00:00:00+00:00


* * *

El amanecer llegó de forma imperceptible. Primero, Charles pudo discernir la silueta de las copas de los árboles perfilándose contra el cielo; luego, un poco del terreno que había delante de él y, finalmente, dos sombras retorcidas que, poco a poco, se convirtieron en unos cuerpos desnudos tirados en el suelo. Uno era el de una mujer, triturado por balas del calibre cincuenta. El otro el de un gigante barbudo… el tipo con el que habían luchado en la oscuridad.

Charles se arrastró con movimientos rígidos para ir a inspeccionarlo. Sí, tenía una herida; un proyectil en el muslo. La mujer era —había sido— una vieja acartonada de pelo blanco. A modo de tocado llevaba en la coronilla el cráneo de un animal, y estaba tatuada con semicírculos de color azul. El oficial se le unió y dijo:

—Es una de sus brujas. Forma parte de su religión, si se la puede llamar así.

—¿Una religión nueva? —inquirió con muestras de dudas Charles—. ¿Compuesta de retazos de otras?

—No —le contestó—. Tengo entendido que es vieja… anterior al cristianismo. Se mantuvo viva de forma subterránea hasta el surgimiento de los Problemas. Entonces, renació por toda Europa. Algo sucio. Cada luna nueva realizan sacrificios de animales. Y dos veces al año sacrifican a seres humanos. ¿Qué se puede esperar de gente así?

Charles se recordó a sí mismo que los conciudadanos del oficial tenían un floreciente mercado de esclavos.

—Veré lo que puedo hacer con el jeep —comentó.

El oficial se sentó sobre la hierba húmeda.

—¿Para qué demonios servirá? —preguntó con voz cansada—. Aunque consiga que vuelva a funcionar y logremos regresar a la base, le matarían. Y si asesinaron a mi padre, puede que me maten también a mí. —Intentó sonreír—. ¿Guarda algún as en la manga, gángster?

—Quizá —dijo despacio Orsino—. ¿Qué sabe de una mujer llamada Lee… Bennet? ¿Trabaja con la ONI?

—Fue conducida hasta aquí por el D.A.R. Es una mina de oro en materia de información. También está un poco loca. ¿Qué interés tiene en ella?

—¿Ha adquirido importancia? ¿La han hecho ciudadana?

—No. Simplemente, la están usando en Espionaje para completar el perfil general del Síndico. Además no puede ser aún ciudadana. Una mujer debe casarse con un ciudadano para naturalizarse. ¿Por el amor de Dios, qué relación tiene con ella? ¿La conoció cuando vivía en el otro lado? Para el Síndico, representa la muerte; no podrá hacer nada por usted…

Charles apenas le escuchó más. Debía ser eso, sí. El disparador del condicionamiento de Lee Falcaro tenía que activarse con el juramento de ciudadanía, tal como había ocurrido con él. Pero no había funcionado porque esta pandilla de piratas no quería o necesitaba particularmente mujeres de primera clase con todos los privilegios de un ciudadano. Era una pequeña muestra del complejo cultural del Gobierno… pero una que podría atrapar para siempre a Lee Falcaro en la concha de su personalidad sintética. ¿Detector de mentiras? Sí. ¿Escopolamina? También. Pero para una mujer, nada de juramento de ciudadanía.

Al no detonar el mecanismo de control psicológico, Lee Falcaro era una bomba inútil en el corazón de la Armada de América del Norte.



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